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La primera versión en inglés del libro de este gran pensador italiano (Western Marxism reviewed in ‘Canarias Semanal’)

Western Marxism: How it was Born, How it Died, How it can be Reborn
by Domenico Losurdo and Gabriel Rockhill
352 pages / $32 / 978-1-68590-062-5

Reviewed by TITA BARAHONA for Canarias Semanal

Gabriel Rockhill y Jennifer Ponce de León han escrito la Introducción a la versión inglesa de El Marxismo Occidental, titulada “El socialismo como liberación anti-colonial: lecciones contemporáneas de Losurdo”, en la que no sólo delinean las ideas-fuerza de Losurdo y el método de análisis que aplica en esta obra, sino que también ofrecen interesantes reflexiones sobre la “industria de la teoría” y el “socialismo realmente existente”.

En el sistema capitalista, la burguesía posee los medios de producción, pero también posee y/o controla los medios intelectuales de producción cultural (universidades, centros de investigación, think tanks…), cuyos productos se difunden a través de libros, revistas científicas y diversos medios de comunicación. Igual que hay una industria de la música, del cine o del espectáculo, también existe lo que Gabriel Rockhill conceptualizó como la “industria de la teoría global”, un sistema de producción, circulación y consumo de los productos de la alta cultura, como la teoría, que opera dentro de los límites de lo que la burguesía considera idóneo o legítimo para el uso del publico en general (1).

Si hemos leído a -o al menos nos suenan- autores como Horkheimer, Adorno, Foucault, Derrida, Negri, Butler o Zizek, es posible que hayamos tenido menores ocasiones de toparnos con otros prominentes pensadores contemporáneos como Domenico Losurdo (1941-2018). Es cierto que buena parte de las obras de este autor italiano han sido traducidas al castellano y otros idiomas (2); pero, comparadas con las de los autores arriba referidos, seguramente encontraremos que las de Losurdo tienen bastantes menos citas en artículos académicos y periodísticos. Además, él no tuvo tantas oportunidades de ser entrevistado en los grandes medios o invitado a dar charlas en eventos patrocinados por instituciones financieras (3).

Las razones de que la obra de Losurdo no sea un producto estrella de la “industria de la teoría global” las explican brillantemente Gabriel Rockhill y su colaboradora, Jennifer Ponce de León (4), en las 30 páginas de Introducción a la recién publicada versión inglesa de uno de sus libros: Western Marxism. How it was born, how it died, how it can be reborn (El Marxismo Occidental. Cómo nació, cómo murió y cómo puede renacer), editado por Rockhill y publicado en Monthly Review Press (Nueva York, 2024).

En esta introducción, titulada “El socialismo como liberación anti-colonial: lecciones contemporáneas de Losurdo”, sus autores delinean las ideas-fuerza de Losurdo y el método de análisis que aplica en esta obra, publicada originalmente en 2017. Trata en ella el autor italiano de una de las mayores divisiones que se produjeron dentro de los debates del marxismo a nivel mundial: “Marxismo oriental” versus “Marxismo occidental”, división que “marcó a la generación de Losurdo y continúa estructurando muchas de las controversias actuales”.

Desde la década de 1970, que es cuando Losurdo sitúa el surgimiento de este cisma, se llamó marxistas orientales a quienes habían logrado tomar el poder, como en los casos de la URSS, Vietnam, Corea, China, Cuba, etc. Marxistas occidentales se denominó, por otro lado, a los intelectuales que se opusieron a esos proyectos de construcción del socialismo, porque -como explican Ponce de León y Rockhill- “rechazaban la aspiración a la toma del poder en favor de diversas formas de teoría crítica y a veces presentando ese rechazo como la postura epistemológica desde la que mejor se puede descubrir el llamado auténtico marxismo”.

Oriental y occidental no son, sin embargo, términos estrictamente geográficos, sino que se refieren más bien a dos posturas políticas diferentes, la una dedicada a la ardua tarea de construir el socialismo, lo que hasta ahora se ha producido sobre todo en el Sur Global; la otra desdeñosa de esos esfuerzos y quitándoles importancia, “porque no están a la altura del estándar imaginado de pureza teórica o moral”.

A este último renglón pertenecen las corrientes filosóficas derivadas de la Escuela de Frankfurt y la teoría francesa, entre otras, con las que Losurdo polemiza. Por tanto -señalan Ponce de León y Rockhill- “gran parte de lo que éste diagnostica en su libro se puede aplicar -salvando las distancias- a muchas otras tendencias promovidas por la industria de la teoría, algunas de las cuales son abiertamente anti-marxistas, incluidas la teoría post-colonial, la teoría decolonial, el feminismo liberal y la teoría queer, el afro-pesimismo, etc.”

Un tema central en el libro de Losurdo es su respuesta al de Perry Anderson Considerations on Western Marxism (1976), para quien el hecho de que el socialismo no se extendiera fuera de la URSS fue “producto de una derrota”. Este supuesto fallo del gobierno de los soviets fue motivo para que los marxistas occidentales se retiraran de los partidos y los asuntos políticos y económicos, se refugiarsen en la Academia y centrasen sus intereses en la Filosofía y la Estética.

Sostienen Ponce de León y Rockhill que “el oportunismo de los marxistas occidentales, criticado por Losurdo, debe entenderse a través del análisis de los intereses de clase”. Todos ellos son “intelectuales profesionales acomodados en las redes de elite del Norte Global y parte de lo que algunos llaman la nueva pequeña burguesía, es decir: el estrato de clase profesional-directiva del centro imperialista”.

La CIA prodigó sustanciosos fondos a estos intelectuales izquierdistas anti-comunistas y promovió sus obras en todo el mundo. Ponce de León y Rockhill señalan la operación, en la década de 1950 -en plena Guerra Fría- del Congress for Cultural Freedom (Congreso para la Libertad Cultural), “uno de los mayores patrocinadores del arte y la cultura que el mundo ha conocido. Estableció oficinas en treinta y cinco países […], planificó o patrocinó 135 conferencias y seminarios internacionales, publicó al menos 170 libros, dirigió revistas […] Prominentes marxistas occidentales, como Horkheimer, gozaron de sus viajes pagados. Otros, como Adorno, vieron sus obras publicadas y traducidas en sus revistas.”

Los escritos de estos marxistas occidentales -según explican Ponce de León y Rockhill- suelen “promover las dinámicas del imperialismo cultural y a la vez ellos son promovidos por el aparato cultural burgués, que los vende en todo el mundo como la única versión válida de marxismo”. Estos enfants terribles de la Academia “produjeron teorías que tienen poco o ningún valor de uso para las luchas de las masas trabajadoras y oprimidas”.

A la misma hornada parecen pertenecer los “neo-marxistas” y “post-marxistas” con los que polemiza agudamente Andrés Piqueras en De la decadencia de la política en el capitalismo terminal (5), apoyando la argumentación de Losurdo en El Marxismo Occidental.

Unos y otros son lo que Rockhill denomina “recuperadores radicales”, porque “pretenden recuperar potenciales fuerzas insurgentes dentro del orden capitalista, guiando a las masas hacia soluciones simbólicas o discursivas”, como lo es el consumo de los productos de “la industria imperialista de la teoría”.

Es posible que a muchos de nosotros no nos sea difícil percibir el hilo que conecta a estos “recuperadores radicales”, que dicen representar los intereses de los oprimidos mientras carecen de un programa práctico para la transformación social, con la “izquierda compatible” o “izquierda integrada” (ya despojada de cualquier resto de marxismo y anti-comunista), que se alterna en los gobiernos de nuestras democracias burguesas con la derecha, para hacer las mismas políticas de corte neoliberal.

En el polo opuesto se halla el compromiso militante de intelectuales como Losurdo, su dedicación a lo que en su obra sobre Gramsci llama el “comunismo crítico”, que -como sostienen Ponce de León y Rockhill- “elude el dogmatismo en favor de un proceso continuo de aprendizaje enraizado en el análisis concreto de coyunturas históricas específicas”.

En El Marxismo Occidental, Losurdo “elucida las fuerzas objetivas que mueven la ideología de esta corriente a la que considera producto cultural del centro imperialista”. Como en todos sus escritos, aplica para ello “un análisis sobrio de la realidad concreta, que es profundamente histórico”. Es, por tanto -concluyen Ponce de León y Rockill, “un antídoto inestimable a esta tendencia anti-comunista y pro-imperialista dentro del marxismo occidental”.

Añado para terminar que, seguramente, seremos muchos quienes nos preguntemos si podemos llamar marxismo en absoluto a elucubraciones teóricas despojadas de práctica revolucionaria, dado que un elemento central en la elaboración marxista es el método dialéctico, la permanente imbricación de la teoría y la intervención social. El marxismo es, como lo denominó Gramsci, filosofía de la praxis: “No hay un pensamiento sin influjo sobre la realidad, ni una realidad que no determine el pensamiento” (6).

En cualquier caso, la calidad del libro de Domenico Losurdo y la no menor de su introducción en la versión inglesa lo hacen sumamente recomendable.

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